Tras la II Guerra Púnica los cartagineses abandonan Andalucía y
su presencia fue sustituida por la de los romanos, que tuvieron que
hacer frente a algunos focos de resistencia. Como consecuencia de la
victoria romana se creó la provincia de Hispania Ulterior, que
abarcaba casi todo el territorio andaluz, salvo la parte norte de las
provincias de Jaén y Granada y la parte de la provincia de Almería,
que quedaron bajo la administración de la provincia Tarraconense y
posteriormente de la Cartaginense. A esta primera división
durante la República Romana le sigue otra ya en tiempos
de Augusto donde la provincia de la Hispania Ulterior se
divide en las provincias de Lusitania y la Bética, ocupando esta
última buena parte del territorio andaluz, teniendo a Corduba
(Córdoba) como capital.
El territorio se articulaba a través de una red de calzadas en torno a estos ejes se disponían importantes núcleos de población, como Corduba, Gades, Malaca, Itálica, Iliberris, Hispalis, Ostippo, etcétera, que monopolizaban la recaudación de impuestos, el comercio y la explotación del ager, además de ser grandes focos de penetración de la cultura romana y de su distribución por sus áreas de influencia rural. El carácter divisorio de grandes ríos como el Guadiana y el Guadalquivir, la importancia de los grandes distritos mineros, la frontera natural que supone Sierra Morena, la importancia de grandes núcleos poblacionales y la facilidad de comunicación por el mar, son elementos que hacían de frontera y que a la vez configuraban un espacio territorial con distintas realidades pero con cierta cohesión.
La Bética tuvo una importante aportación al conjunto del Imperio romano, tanto de carácter económico, como cultural y político. En el terreno económico continuó siendo muy significativa la extracción de minerales (oro, plata, cobre y plomo) y la agricultura, con la producción y exportación sobre todo de cereales, aceite y vino, éstos dos últimos especialmente famosos en todo el Imperio junto con el garum. En el terreno político, la Bética fue durante mucho tiempo una provincia senatorial que, debido a su alto grado de romanización, dependía del poder político del Senado, no del poder militar del Emperador.
Fue dividida en cuatro conventus iuridici: el Conventus Cordubensis, con capital en Córduba que además era la capital de toda la provincia Bética; el Conventus Astigitanus, con capital en Astigi; el Conventus Gaditanus, con capital en Gades y el Conventus Hispalensis con capital en Hispalis. Estos territorios eran partidos judiciales, en los que los principales de la comunidad se reunían anualmente bajo la dirección de un legatus iuridicus del procónsul para supervisar la administración de justicia.
La conquista romana, tanto económica como política, y la profunda romanización de la Bética puso fin en gran medida a la cultura autóctona.
La provincia de la Betica dio a Roma los emperadores Trajano y Adriano, naturales de Itálica. Cabe destacar a los miembros de la familia Anneo originarios de Corduba, empezando por el el padre Seneca el Viejo conocido orador, sus hijos Lucio Anneo Seneca, famoso filósofo, Galión, y por último el nieto Lucano, gran poeta. También se puede destacar al escritor agronómico Columela originario de la ciudad de Gades, entre otros.
El territorio se articulaba a través de una red de calzadas en torno a estos ejes se disponían importantes núcleos de población, como Corduba, Gades, Malaca, Itálica, Iliberris, Hispalis, Ostippo, etcétera, que monopolizaban la recaudación de impuestos, el comercio y la explotación del ager, además de ser grandes focos de penetración de la cultura romana y de su distribución por sus áreas de influencia rural. El carácter divisorio de grandes ríos como el Guadiana y el Guadalquivir, la importancia de los grandes distritos mineros, la frontera natural que supone Sierra Morena, la importancia de grandes núcleos poblacionales y la facilidad de comunicación por el mar, son elementos que hacían de frontera y que a la vez configuraban un espacio territorial con distintas realidades pero con cierta cohesión.
La Bética tuvo una importante aportación al conjunto del Imperio romano, tanto de carácter económico, como cultural y político. En el terreno económico continuó siendo muy significativa la extracción de minerales (oro, plata, cobre y plomo) y la agricultura, con la producción y exportación sobre todo de cereales, aceite y vino, éstos dos últimos especialmente famosos en todo el Imperio junto con el garum. En el terreno político, la Bética fue durante mucho tiempo una provincia senatorial que, debido a su alto grado de romanización, dependía del poder político del Senado, no del poder militar del Emperador.
Fue dividida en cuatro conventus iuridici: el Conventus Cordubensis, con capital en Córduba que además era la capital de toda la provincia Bética; el Conventus Astigitanus, con capital en Astigi; el Conventus Gaditanus, con capital en Gades y el Conventus Hispalensis con capital en Hispalis. Estos territorios eran partidos judiciales, en los que los principales de la comunidad se reunían anualmente bajo la dirección de un legatus iuridicus del procónsul para supervisar la administración de justicia.
La conquista romana, tanto económica como política, y la profunda romanización de la Bética puso fin en gran medida a la cultura autóctona.
La provincia de la Betica dio a Roma los emperadores Trajano y Adriano, naturales de Itálica. Cabe destacar a los miembros de la familia Anneo originarios de Corduba, empezando por el el padre Seneca el Viejo conocido orador, sus hijos Lucio Anneo Seneca, famoso filósofo, Galión, y por último el nieto Lucano, gran poeta. También se puede destacar al escritor agronómico Columela originario de la ciudad de Gades, entre otros.
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